Me hice maestro por elección y vocación, desde que estaba en el bachillerato me
imaginaba de adulto y visualizaba mis días en un aula de clases impulsando y
orientando a jóvenes a lograr sus metas académicas. Tuve el privilegio de estudiar una carrera que no es generalmente seleccionada por la
juventud, como lo es la matemática, sin embargo debo reconocer que no fue fácil para
mí encontrar motivación, porque las personas, generalmente, me hacían comentarios
negativos de la matemática y más de la educación, lamentablemente, la sociedad percibe
a otras áreas de estudio mejor, ya sea por la remuneración a recibir una vez graduado o
por simple percepción de los demás. Desarrollé una fortaleza interna para superar el desafió de ser profesor de matemática y
me siento satisfecho facilitar herramientas que eviten una negativa impresión de esta
disciplina y así estimular su estudio y aprendizaje de una manera más amable, con
ejemplos de la vida diaria, en cada uno de los temas y que sean de mucha utilidad dentro
y fuera del aula para los estudiantes. Me gusta ser profesor de matemática porque siento que aporto a los demás, lo que con
tanto esfuerzo tuve que aprender, a pesar de no tener el apoyo del entorno, que
desvaloriza el estudio de las ciencias puras y ve con desprecio la educación.